El hombre debe tomar conciencia de la necesidad de conservar la selva tropical donde habitan los grandes simios amenazados de extinción, porque si desaparecen se perderá nuestra herencia y quedará arrasada la memoria genética de la vida, según han alertado destacados primatólogos internacionales.
Figuras de reconocido prestigio como Jane Goodall, que lleva cerca de 40 años dedicada a la protección de los chimpancés en África, Ricard Wrangham, Peter D. Walsh o Alex Rübel han lanzado este mensaje durante la jornada "Pasado, presente y futuro de los grandes simios. ¿Es la extinción inevitable?", que se celebró en el centro CosmoCaixa de Barcelona.
El director de la jornada y del Instituto Catalán de Paleontología, Salvador Moyà, explicó que esta reunión tiene como propósito llamar la atención sobre el peligro de extinción que se cierne sobre los grandes primates, convencido de que sólo la concienciación puede poner freno a un proceso que podría ser irrevocable.
"La situación es dramática. Estamos arrasando con la memoria genética de la vida. El día que desaparezcan los grandes simios se habrá perdido algo totalmente irrecuperable porque son la única fuente que tenemos para conocer cómo eran nuestros antepasados, desde el punto de vista genético, molecular o del comportamiento. Si desaparecen, perderemos nuestra propia herencia", aseguró.
Datos como que en un siglo la población de chimpancés del planeta ha pasado de un millón a algo más de 100.000 dan fe del problema, así como que las expectativas de supervivencia de los orangutanes no superan los 15 años si no se toman medidas drásticas.
Además de la caza furtiva, el principal causante de su situación de vulnerabilidad es la reducción de la selva tropical en la zona ecuatorial africana, Borneo y Sumatra.
Este experto ha destacado la paradoja que supone que el principal enemigo de los grandes primates sea justamente ahora la forma de vida que parte de ellos y que hace seis millones de años dio origen al hombre en el continente africano.
Moyà ha alertado de la incapacidad de estos simios para adaptarse a los cambios en su hábitat debido a su gran especialización, adoptada hace catorce millones de años para poder sobrevivir en la selva tropical que imperaba entonces en gran parte del planeta. "Iniciaron entonces un camino sin retorno", ha subrayado.
La reducción de las zonas de selva tropical empezó ya hace 12 millones de años, cuando se inició un cambio climático que continúa hoy en día y que se ha acelerado en los últimos 2.000 años como consecuencia de la acción del hombre.
La bióloga y profesora del ICREA especializada en grandes primates Meike Köhler ha destacado también en su conferencia la dificultad de los grandes simios para reproducirse, dado que algunos tienen crías cada cuatro o cinco años y la mayor parte de ellas no sobrevive al destete.
Pese a ser longevos (en cautividad pueden llegar a los 55 años y hay un chimpancé que ha llegado a los 74), cuando se produce un accidente que reduce una población tienen muchas dificultades para recuperarse y suelen extinguirse.
Los expertos insisten en que sólo la conservación del hábitat natural<(n>, creando grandes parques de bosques tropicales, puede frenar su extinción, para lo que se requieren recursos económicos y ayudas a los países del tercer mundo para ofrecer alternativas a aquellos que hoy viven de los grandes simios.
La reclusión de estos animales en zoológicos es otra vía que se estudia y se ha empezado a implementar para garantizar su conservación, aunque Moyà ha advertido que cuando un orangután o un gorila vive en cautividad se corre el peligro de domesticarlo y acaba convirtiéndose en un animal diferente.
El profesor en el Instituto de Filosofía del CSIC, Jesús Mosterín, uno de los promotores de la propuesta que se ha presentado en el Congreso para otorgar a los grandes simios los mismos derechos que los hombres, se planteó además preguntas como qué sentido tiene "exterminar o torturar a nuestros primos".
Visto en: elmundo.es
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