300 es la adaptación que ha realizado el cineasta Zack Snyder sobre el cómic (o novela gráfica para los más cool) homónimo que Frank Miller publicó en el año 1998. La historia narra la heroica batalla de trescientos soldados espartanos que dirigidos por el Rey Leónidas, lucharon contra las numerosas tropas del imperio Persa para evitar la invasión de Grecia durante el paso de las Termópilas. Con un formato de hoja horizontal y apaisada, ya el cómic de Miller hacía uso de una narración puramente cinematográfica, presentando una estructura paradigmática y sobretodo, una predilección absoluta por la cruda visualidad de las imágenes. La adaptación que ha realizado Zack Snyder del cómic comparte bastantes puntos en común con su ópera prima, la magistral Amanecer de los muertos (también basada en una obra previa, en este caso, el Zombi de George A. Romero). 300 posee un sentido extraordinario del ritmo narrativo y una potencia visual abrumadora, que se manifiesta a la hora de llevar las viñetas a imágenes en movimiento, donde el director roza la fidelidad casi absoluta al original, pero con un rasgo de identidad autoritaria que parecía carecer la correcta Sin City de Robert Rodriguez.
Esto se percibe en el uso de una portentosa fotografía y un etalonado digital que provoca un cruce entre la realidad fotográfica y el ensoñamiento pictórico de las imágenes que pueblan el metraje. La película ha sido rodada básicamente en platós, con la ya famosa tela azul que el cine norteamericano parece explotar en exceso durante los últimos años (siendo la trilogía de Peter Jackson su más claro exponente). Al contrario que en las cintas Vidocq y Casshern (verdaderas pioneras en el uso de la técnica), el uso casi durante toda la película de efectos digitales integrados por croma, se ensambla con total perfección entre los actores y los decorados reales. La película supone el sumun del uso inteligente de los efectos creados por ordenador, creando una atmósfera única que ya recreaba la laureada obra de Miller. 300 supone la revisión de un género olvidado, el peplum, que viejas glorias como Ridley Scott u Oliver Stone han intentado revitalizar en los últimos años sin demasiado éxito, pero visto desde el punto de mira de un director con una predilección absoluta por el cine de género: en la película se mezcla perfectamente la épica, con la violencia visual que Snyder recicla proveniente del cine de acción y terror.
La obra además, supone la puesta al día casi perfecta del mito que el comic creó de un acontecimiento histórico real. No deja de ser llamativo que la mayoría de las críticas que la película está recibiendo vengan de parte de cierto sector de la crítica cinematográfica, que se empeña en buscar las relaciones entre esta historia y los conflictos bélicos que salpican la actualidad. La comparación peca de absurda e ignorante, ya que la película conserva el espíritu puramente griego que ya Herodoto describió en sus libros de historia. 300, sin ánimo de intentar realizar una recreación histórica de lo sucedido en Esparta hace más de 2500 años, contiene el espíritu de las grandes batallas de las tragedias griegas, donde el héroe, en este caso un Leónidas magistralmente interpretado por Gerard Butler, estará dispuesto a morir por la causa Espartiana. 300 del tandem Snyder/Miller se configura como una maravilla visual que no deja de lado la apasionante narrativa griega (magistral el uso de las voces internas y los narradores), en pro del entretenimiento, la emoción, la garra y la épica de los grandes clásicos.
Visto en: Un día de furia
Esto se percibe en el uso de una portentosa fotografía y un etalonado digital que provoca un cruce entre la realidad fotográfica y el ensoñamiento pictórico de las imágenes que pueblan el metraje. La película ha sido rodada básicamente en platós, con la ya famosa tela azul que el cine norteamericano parece explotar en exceso durante los últimos años (siendo la trilogía de Peter Jackson su más claro exponente). Al contrario que en las cintas Vidocq y Casshern (verdaderas pioneras en el uso de la técnica), el uso casi durante toda la película de efectos digitales integrados por croma, se ensambla con total perfección entre los actores y los decorados reales. La película supone el sumun del uso inteligente de los efectos creados por ordenador, creando una atmósfera única que ya recreaba la laureada obra de Miller. 300 supone la revisión de un género olvidado, el peplum, que viejas glorias como Ridley Scott u Oliver Stone han intentado revitalizar en los últimos años sin demasiado éxito, pero visto desde el punto de mira de un director con una predilección absoluta por el cine de género: en la película se mezcla perfectamente la épica, con la violencia visual que Snyder recicla proveniente del cine de acción y terror.
La obra además, supone la puesta al día casi perfecta del mito que el comic creó de un acontecimiento histórico real. No deja de ser llamativo que la mayoría de las críticas que la película está recibiendo vengan de parte de cierto sector de la crítica cinematográfica, que se empeña en buscar las relaciones entre esta historia y los conflictos bélicos que salpican la actualidad. La comparación peca de absurda e ignorante, ya que la película conserva el espíritu puramente griego que ya Herodoto describió en sus libros de historia. 300, sin ánimo de intentar realizar una recreación histórica de lo sucedido en Esparta hace más de 2500 años, contiene el espíritu de las grandes batallas de las tragedias griegas, donde el héroe, en este caso un Leónidas magistralmente interpretado por Gerard Butler, estará dispuesto a morir por la causa Espartiana. 300 del tandem Snyder/Miller se configura como una maravilla visual que no deja de lado la apasionante narrativa griega (magistral el uso de las voces internas y los narradores), en pro del entretenimiento, la emoción, la garra y la épica de los grandes clásicos.
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